sábado, 6 de octubre de 2012

El método



Todas las cosas sufren, hasta que son. La nada vibra de dolor, hasta que llega al ser: en un abyecto paroxismo.
(···) A partir de un determinado nivel de conciencia, se produce el grito. La poesía deriva de él. (···) El primer paso de la trayectoria poética consiste en remontarse al origen. A saber: al sufrimiento.
Las modalidades del sufrimiento son importantes, pero no esenciales. Todo sufrimiento es bueno; todo sufrimiento es útil; todo sufrimiento da sus frutos; todo sufrimiento es un universo.
(···) En el momento en que suscitéis en los demás una mezcla de horrorizada compasión y desprecio, sabréis que vais por buen camino. Podréis empezar a escribir.

Si no conseguís articular vuestro sufrimiento en una estructura bien definida, estáis jodidos. El sufrimiento se os comerá crudos, desde dentro, sin que hayáis tenido tiempo de escribir nada.
La estructura es el único medio de escapar al suicidio. Y el suicidio no resuelve nada. Imaginaos que Baudelaire hubiese tenido éxito en su intento de suicidio a los veinticuatro.
Creed en la estructura. Creed también en la métrica antigua (···).
No os creáis en la obligación de inventar una nueva forma poética. (···) Si aparece una por siglo, ya es bastante.

Un poeta muerto ya no puede escribir. De ahí la importancia de seguir vivo.

(···) Si no publicáis un mínimo (siquiera algunos textos en una revista de segunda categoría), pasaréis desapercibidos en la posteridad; tan desapercibidos como en vida. Aunque seáis el más perfecto de los genios, tendréis que dejar algún rastro, y confiar en que los arqueólogos literarios exhumen el resto.
Puede salir mal; sale mal a menudo. Deberéis repetiros al menos una vez al día que lo importante es hacer lo que se pueda.
Estudiar la biografía de vuestros poetas preferidos os podría ser útil, debería permitiros evitar determinados errores.
(···)

No temáis a la felicidad: no existe.

La emoción suprime la cadena causal, es la única capaz de haceros percibir las cosas en sí mismas. Transmitir dicha percepción es el objeto de la poesía.
Esta identidad de propósitos entre la filosofía y la poesía es la fuente de la secreta complicidad que las une. Ésta, en esencia, no se manifiesta escribiendo poemas filosóficos; la poesía debe descubrir la realidad por sus propias vías, puramente intuitivas, sin pasar por el filtro de una reconstrucción intelectual del mundo.
(···)

Creed en la identidad entre lo Verdadero, lo Bello y lo Bueno.

La sociedad en la que vivís tiene como fin destruiros. Otro tanto se puede decir de vosotros respecto a ella. El arma que empleará es la indiferencia. Vosotros no podéis permitiros adoptar la misma actitud. ¡Pasad al ataque!
Toda sociedad tiene sus puntos débiles, sus heridas. Meted el dedo en la llaga y apretad bien fuerte.
Profundizad en los temas de los que nadie quiere oír hablar. El envés del decorado. Insistid sobre la enfermedad, la agonía, la fealdad. Hablad de la muerte, y del olvido. De los celos, de la indiferencia, de la frustración , de la ausencia de amor. Sed abyectos, seréis auténticos.
(···)
La verdad es escandalosa. Pero sin ella, no hay nada que valga. Una visión honesta y verosímil del mundo ya es en sí una obra maestra. Poco pesa la originalidad frente a esta exigencia. No os preocupéis por eso. De todos modos, la suma de vuestros fallos desprenderá, a la fuerza, cierta originalidad.
(···)
A medida que os aproximáis a la verdad, vuestra soledad aumenta. El edificio es espléndido, pero está desierto. Camináis por salas vacías, que os devuelven el eco de vuestros pasos. La atmósfera es límpida e inmutable, los objetos parecen esculpidos en piedra. A veces os ponéis a llorar, tan cruel resulta la nitidez de la visión. Os gustaría volver atrás, a las brumas del desconocimiento, pero en el fondo sabéis que ya es demasiado tarde.
Seguid. No temáis. Lo peor ya ha pasado. Por supuesto que la vida aún os desgarrará, pero, por vuestra parte, ya no tenéis demasiado que ver con ella. Recordad que, básicamente, ya estáis muertos. Ahora estáis cara a cara con la eternidad.

(Selección de fragmentos del prefacio de la obra Poesía, de Michel Houellebecq. Editorial Anagrama, 2012).